Continuamos con nuestra serie de artículos sobre el verano. En nuestra segunda entrega vamos a hablar sobre la importancia de mantenerse hidratado durante la época estival, cuando las temperaturas son mucho más altas y el ambiente es muy caluroso.
En verano aumenta la transpiración del cuerpo. Éste es un mecanismo de defensa de nuestro organismo para combatir las altas temperaturas. Cuando sudamos refrigeramos nuestro organismo y disminuimos nuestra temperatura corporal.
Sin embargo a través del sudor perdemos agua que si no se repone, es decir, si no bebemos líquidos en la medida que los expulsamos del cuerpo a través de la piel, podríamos sufrir un episodio de deshidratación.
¿Cómo prevenimos la deshidratación?
- En verano tenemos que beber agua periódicamente, aunque no tengamos sed. Esto es muy importante que lo tengan en cuenta las personas mayores ya que su capacidad de sentir sed se atenúa con los años. También debemos extremar las precauciones con los más pequeños de la casa, ya que también son un grupo vulnerable.
- Podemos mantener nuestro cuerpo hidratado consumiendo alimentos ricos en líquidos como la sandía o el melón, zumos de frutas naturales o bebidas isotónicas. Esta última es la mejor opción para aquellas personas que deben tienen mayor desgaste físico, ya sea por su profesión o por la práctica de algún deporte.
- Debemos evitar realizar actividades extenuantes durante las horas centrales del día, ya que es cuando más calor hace. Si irremediablemente debemos realizar alguna labor que implique una actividad física lo mejor es hacerla a primera hora de la mañana o de la tarde cuando la intensidad de los rayos solares sea menor.
- Procura ir por la sombra cuando transites por la calle.
- Mantente en lugares frescos donde las temperaturas ronden entre los 22 y 24 grados.
Si sigues nuestros consejos podrás disfrutar del verano y de los tuyos con total tranquilidad.
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