La intolerancia a la lactosa es una enfermedad bastante común en nuestra sociedad. Generalmente aparece durante los primeros años de vida pero también puede manifestarse en edades más avanzadas. Un porcentaje bastante elevado de la población adulta está en riesgo de padecerla, ya que la lactasa, -un azúcar presente en la leche cuya función es digerir la lactosa que contienen los productos lácteos-, va disminuyendo progresivamente con los años.
Al ser una enfermedad nutricional, esta se encuentra focalizada según la localización en el mundo y según su cultura culinaria. Normalmente se suele desarrollar entre la población de países exentos de una cultura ganadera, debido a que sus habitantes tradicionalmente han estado menos expuestos a estos productos. El centro de Europa y América del norte son las zonas que contienen los índices más bajos y por el contario América del Sur, África y China concentran los índices más altos.
La solución para esta dolencia parece sencilla o lógica, proponiéndose una eliminación de todos los lácteos en la dieta. El problema radica en la necesidad que tiene nuestro cuerpo en consumir estos productos y más concretamente la lactosa, ya que la leche y sus derivados son una fuente de nutrientes fundamental en nuestra dieta. Ya que cuenta con 9 nutrientes esenciales para el ser humano, entre los que destacan elementos como el calcio, el potasio, el magnesio y la vitamina A.
Afortunadamente hoy en día, gracias a los avances de la ciencia, podemos reemplazar en nuestra dieta los alimentos que contienen lactosa natural por otros sustitutivos que aportarán a nuestro organismo los mismos nutrientes.
A continuación os dejamos algunas precauciones que debes tomar si eres intolerante a la lactosa:
- Prestar atención a las etiquetas de los productos pero observa no sólo los ingredientes de los productos, fíjate también en la elaboración. Algunos productos utilizan la lactosa durante su elaboración aunque no forme parte de sus ingredientes.
- No dejar de consumir lácteos sin consultar previamente en nuestro médico. La leche y sus derivados son fundamentales para nuestra dieta y tu médico de cabecera te indicará qué productos deben consumir para que tu organismo no registre carencias nutritivas.
- Deber informarte sobre las marcas que comercializan productos sin lactosa e incorporarlos de forma natural a tu dieta.
- No asocies la intolerancia a una restricción de alimentos, investiga en la cocina y busca nuevas recetas que prescindan de la lactosa.
- Utilizar complementos nutricionales de lactasa como apoyo. Son capsulas o tabletas masticables de lactasa que facilitarán nuestra digestión y sustituirá por lactosa intolerante que hayamos consumido por la lactosa tolerante. Su uso se recomienda para situaciones excepcionales como comidas familiares donde sea difícil controlar los alimentos que vamos a consumir.
- Incorpora a tu nuestra dieta otros alimentos ricos en calcio, vitamina D, rivoflavina y proteínas. Puedes encontrarlos en: espinacas, acelgas, brócoli, judías blancas, lentejas, garbanzos, yema de huevo, pescados (salmón, sardina y lenguado) y todos los frutos secos (excepto la castaña).
- Tomar el sol nos aporta vitamina D, así compensaremos la falta de esta vitamina al dejar de tomar productos lácteos.
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