Los gases son dolorosos y muy molestos. La sensación de hinchazón nos hace sentir incómodos e irritables. Por esa razón, las personas que son propensas a acumular gases deben cambiar algunos hábitos alimenticios y reducir el consumo de determinados alimentos.
Verduras
Algunas verduras contienen azúcares que pueden producirnos gases. Estas son: la cebolla, la alcachofa, los espárragos, la col de Bruselas, el brócoli y el repollo. También hay algunas verduras, como los guisantes, que contienen fibra soluble y pueden causar gases a medida que se digieren en el intestino grueso.
Frutas
En el caso de la fruta ocurre lo mismo, el azúcar que contienen algunos frutos pueden provocarnos gases, estos son principalmente: las ciruelas pasas, las manzanas, las peras y los duraznos. Además, las frutas también contienen fibra soluble al igual que los guisantes y producen gases cuando se digieren en el intestino grueso.
Alimentos con almidón
Los alimentos ricos en almidón que provocan gases son: el pan, los cereales, la pasta, el maíz y las patatas. El arroz es un alimento rico en almidón, sin embargo no provoca un exceso de gases en el organismo. Así que podemos consumirlo sin problema.
Avena
La avena contiene mucha fibra que ayuda a reducir y prevenir el colesterol pero también puede provocarnos un exceso de gases. Algunos ejemplos son: la leche de avena, las galletas de avena, los copos de avena o el salvado.
Legumbres
Las judías blancas, los garzambos, las habas… Las legumbres son alimentos ricos en nutrientes pero contienen azúcares y fibra soluble, así que producen gases.
Refrescos
Los refrescos se edulcoran con azúcares, además la carbonación de los refrescos no es más que aire que se aloja en nuestro estómago provocándonos la temida sensación de hinchazón y dolor de estómago.
Productos lácteos
La lactosa es un azúcar que a muchas personas les cuesta digerir debido a una insuficiencia de la enzima lactasa en el organismo. Las personas con intolerancia deben evitar el consumo de quesos, helados, yogures y leche; alimentos, todos ellos, productores de gases intestinales.
No tenemos que dejar de tomar estos alimentos definitivamente, sino moderar su consumo. Podemos dejar de consumirlos hasta que mejoren los síntomas e ir incorporándolos de nuevo a nuestra dieta en pequeñas cantidades para comprobar cómo reacciona nuestro organismo.
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