La automedicación es la ingesta de fármacos sin prescripción médica. Esta práctica está muy extendida en nuestro país y puede provocarnos numerosos problemas.
Las personas no son conscientes de los riesgos que corren cuando en lugar de acudir a su médico de cabecera, deciden automedicarse. Cuando ingerimos un antibiótico que no nos hace falta, nuestro organismo desarrolla una resistencia a ese fármaco que, más tarde, será un inconveniente cuando realmente necesitemos que nos resulte efectivo.
La mayoría de nosotros no cuenta con los conocimientos suficientes para entender los prospectos, por lo que no es de extrañar que, por desconocimiento, nos provoquemos reacciones secundarias totalmente evitables.
Nadie debe recomendar el consumo de un fármaco porque a él le haya hecho efecto ya que puede que a nosotros no solo no nos funcione, sino que nos provoque una reacción, o incluso, una intoxicación. En muchos casos intentando evitar la enfermedad nos automedicamos y esto nos provoca daños peores que los causados por la enfermedad que pretendíamos evitar.
No necesitamos consumir ningún antibiótico para curar un resfriado común. Si tomamos líquidos, sobre todo zumos ricos en vitamina D, nos abrigarnos adecuadamente y evitamos los excesos en unos días el resfriado habrá desaparecido. Estas recomendaciones son efectivas y lo mejor de todo es que no tienen contraindicaciones.
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